Kawalski: No tengo ganas de escribir. Ni siquiera tengo inspiración.
Le digo a Kawalski: Tú estás ahí, frente a la computadora antigua esa y no se te ocurre nada. Sabes que tienes que escribir y no se te ocurre nada. Tienes la imperiosa gana –no te hablo de necesidad– de escribir, y no se te ocurre nada. Bueno anda, pones algo de música, Chopin por ejemplo, prendes un cigarro, un vaso de vino tinto o dos, no más que eso, cerciórate que no haya frío ni calor y escribes.
Amigo, yo te hablo de ciertas condiciones ideales. De tus particulares condiciones ideales. Se puede escribir en el infierno, en la Antártida o rodeado de ratas. Luego escribes, escribes lo que se te ocurra por la cabeza. Una primera frase. Una frase cualquiera, la que tú quieras.