Archivo de la categoría: Legio y sus basuras

El guionista brillante al desnudo :)

Este no es Legio. Es parecido nomás.

(Ya que no publica, yo publiqué su biografía por el. Esto puede causar mi asesinato, con cuchillo, pistola o acelga. ECD)

Me ilusiona compartir mi vida con ustedes, mis amiguitos (El guionista brillante).

BIOGRAFÍA:

Hermanos: Cinco.
Fecha de nacimiento: 12 de agosto de 1988
Ojos: Negros como el averno, de profundidad caótica ocultada por mis gafas.
Pelo: Poco.
Estatura: 1.58, tamaño de gente guapa
Tatuajes: Soy hombre, no uso mierdas que me diferencien de otros hombres ni siento esa necesidad enfermiza de expresarme por medio de mi cuerpo.
Piercings: Ni uno, que eso de la penetració no es lo mio.
Luz/oscuridad: Luz
Blanco/negro: Blanco
Orden/caos: Orden
Bueno/malo: Malo
Hablar/escuchar: Hablar necedades…
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El durazno y mi abuelo

Mira, te voy a contar algo que he estado pensando desde ayer. Desde ayer que fue el cumpleaños de mi hermano y de la abuela fallecida de mi novia. Son cosas que te hacen reflexionar, que te hacen recordar otras cosas. En mi caso, recordé a mi abuelo Eleazar, por eso de la vida y la muerte.

¿Sabes? Cuando murió  mi abuelo, yo tenía nueve años y él cincuenta y ocho. Murió  de una forma impropia de su tiempo. De cáncer al estómago. Auch. Rápida sí, una vez  establecido el diagnóstico, pero desde el año anterior se había ido apagando, como si por un agujerito microscópico del cuerpo se le escapara la vida. Una tarde se lo llevaron al hospital y ya no salió de allí. Qué frío y qué cosas recuerda uno.

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Futuro

Hoy me has despertado como solo sabes tú hacerlo y me has hecho el desayuno, pero no lo trajiste a la cama porque dices que se llena de migas y eso lo detestas, me has leído ese libro mío con el que estás ahora, subrayando cada cosa que te recuerda a nosotros, mientras yo te apartaba el cabello de la cara y te reías de como te miraba, como cuando eramos solo enamorados y hacía chinitos los ojos cuando te tenía frente mío.

Hemos comido juntos un no-se-qué con orégano y hierbas de esas (sabes que yo no conozco el nombre de las comidas) y yo he dicho que estaba rico antes de probarlo, me has abrazado mientras lavaba los platos y me llamaste vago, cantando y bailando algo de Ann Fontanella…

Nos hemos ido al trabajo y me has cantado por todo el camino el repertorio de tu mp3 al oído, pasando por todos tus volúmenes e intensidades. Te has sentado a mi lado en el bus (te dije que no me gustan los carros) y te quejaste de que la ruta sea tan larga y al bajarme te he visto tan guapa que te he dado el abrazo nervioso de la primera vez. Me cogiste de la mano y me susurraste «te amo».

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Escribir sin razón, nuestros números y la carta

Me dices que cuando lees un texto que te gusta llegas a pensar que es pura pura magia, que el escritor merece tu consideración porque te admira lo que debe haber en el interior de su cabeza para lograr la redacción de ese texto que tanto te ha gustado. Añades luego, mientras callo, que si cualquier detalle o despiste provoca que veas el truco utilizado para lograr ese texto tan bonito, la magia se rompe, se cae: “si le digo al escritor que me ha impresionado su texto, que me ha parecido mágico, y me responde casi con indiferencia algo así como ah, pues se me ocurrió mientras comía una manzana… entonces dejan de gustarme tanto el escrito como su responsable”. Sigue leyendo
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Algo que decir: el cine mudo

Algunas de las mejores películas que he visto son mudas. Basta nombrar Nosferatu, MetrópolisLa quimera del oro o The Uknown. Esto no lo digo con afán de sentirme un docto en cuanto a películas se refiere, simplemente me sirve de punto de partida para explicar algo. El cine mudo partía de una intensa paradoja de fondo: tenía el afán de la explicación (subtítulos, gesticulaciones, énfasis musicales, hermosas metáforas gestuales) y la virtud de la elipsis cinematográfica. La omisión de un elemento básico en el cine actual potenciaba sus demás recursos. Trabajaba a partir de una carencia. Eso se llama estilo. Sigue leyendo

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Hablando de chicas: La Tefa

Me recuerdan a la Tefa el desorden de mi antigua vida, mis ganas de serlo todo y mis éxitos al no ser nada. Me recuerdan a la Tefa los días como estos – No me diga esas cosas, me hace ruborizar-, los días tristes pero que te sonríen de vez en cuando. Me recuerdan a la Tefa los días de olvido.

Me encontraba destrozado por una ruptura sentimental terrible, pero llegó la Tefa – Me da vergüenza pero la persona que me gusta eres tú – y su sonrisa perfecta para iluminar mis días. Llegaba como llegan las mejores: con timidez y actitud de niña-niñita a amarme, a levantarme y a pegar con paciencia uno a uno los pedacitos de mi corazón roto. Sigue leyendo

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Razones

La conocí en Facebook por una amiga en común. Hablando con ella por Messenger intimamos algo más y supe que compartíamos pasión por los buenos libros y por el cine francés (que suele ser el buen cine, me decía la Julia). Entre cosas y cosas, nos conocimos en una reunión de amigos en común y hablamos casi toda la noche, entre miradas alborotadas y risas honestas.

Nos confesamos temores y confidencias hasta que la hora de la despedida pintó su llegada en los relojes. Enamorado del timbre nasal y penetrante de su voz, le confesé mis sentimientos. La amaba. La sensualidad del movimiento de sus hombros (sus hermosos hombros) y la mirada triste y enigmática que descubrí en ella encendió un foco de cariño inequívoco y febril.

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About thinking

No debo llorar, me dije.
Aquella mañana, nada más despertar, supe que ella no volvería porque el silencio me cercaba como un necrófago y el sol había pasado de largo al ver nuestro balcón (ahora solo mío) abierto de par en par. Me había dejado un beso en caída libre hacia la almohada y el alma llena-llenita de pena. Hace muchos años, tantos como lunas cercenadas corren por mis venas, que no estaba así, … con el alma llena-llenita de pena.

Buenas y malas ideas para retomar el blog

Les voy a contar algo, amigos. Cuando tomaba un nuevo encargo de guión en mi antiguo trabajo, empezaba por tener una mala idea. Bueno, no exactamente: era una idea cara. Para poder llevarse a la pantalla con garantías de éxito exigiría demasiadas horas de grabación, o de extras, o de decorados, o de efectos especiales (no siempre me excedo en el mismo punto, al ser creativo voy cambiando, para sorprenderme a mi mismo).

Invariablemente, me tumbaban la idea en la primera reunión, siempre con una sonrisa indulgente en los labios  de mi jefe, y es entonces, sólo entonces, cuando me pongo a pensar en la idea buena, es decir, en la realizable.

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